Danny Weber
20:02 25-12-2025
© A. Krivonosov
Nvidia firma con Groq una licencia de 20.000 millones para integrar sus procesadores en Nvidia AI Factory, impulsando fábricas de IA y servicios en tiempo real.
La estadounidense Nvidia, cuya capitalización bursátil superó los 5 billones de dólares en octubre, firmó un acuerdo estratégico de licencia por 20.000 millones con Groq. La operación busca reforzar la potencia de cálculo de las llamadas “fábricas de IA”, centros de datos de nueva generación pensados para inteligencia artificial en tiempo real. Como parte del pacto, el fundador de Groq, Jonathan Ross, el presidente de la empresa, Sandeep Madra, y varios ingenieros clave se incorporarán a Nvidia. Su misión será integrar la tecnología de Groq en el ecosistema de Nvidia y acelerar el desarrollo de plataformas de IA especializadas: una jugada pragmática que une la licencia con el equipo que creó la tecnología.
Groq desarrolla procesadores optimizados para cargas de trabajo de IA ultrarrápidas, en especial el procesamiento del lenguaje natural. La compañía afirma que sus soluciones ofrecen una eficiencia energética diez veces superior frente a las GPU tradicionales de Nvidia y AMD. Con ese perfil, los chips de Groq resultan especialmente atractivos para chatbots, asistentes de IA y sistemas en tiempo real, donde mandan la latencia mínima y respuestas predecibles. Si esas eficiencias se mantienen a gran escala, el tirón para servicios en vivo salta a la vista.
El director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang, señaló que las tecnologías de Groq pasarían a ser una pieza relevante de la arquitectura Nvidia AI Factory, una plataforma pensada para cómputo a gran escala y despliegue de modelos en tiempo real. A su juicio, integrar los procesadores de Groq ampliaría de forma notable el abanico de tareas que puede abordar el ecosistema de Nvidia, sobre todo en servicios de alto rendimiento y despliegues empresariales. El mensaje es nítido: más cargas en tiempo real bajo el mismo paraguas que el cómputo intensivo.
El acuerdo aterriza en plena escalada competitiva del mercado de chips para IA. Los mayores clientes de Nvidia —entre ellos Google y Microsoft— construyen cada vez más procesadores propios o respaldan arquitecturas alternativas para recortar su dependencia de las GPU. Analistas apuntan que licenciar tecnología y fichar equipos, en lugar de lanzarse a compras totales, se está consolidando como táctica preferida de los grandes, más aún bajo la lupa antimonopolio de EE. UU. y la UE. En ese contexto, un pacto flexible que sume capacidades sin atraer fricción regulatoria se perfila como la vía de menor resistencia.