Danny Weber
16:55 09-11-2025
© Bowers & Wilkins
Análisis de los Bowers & Wilkins Px8 S2: sonido audiófilo, ANC sólido y USB-C hi-res, pero controles y funciones limitados. ¿Justifican sus 799 dólares?
Bowers & Wilkins vuelve a apuntar alto en el segmento ultrapremium, y los Px8 S2 están claramente pensados para quien está dispuesto a pagar por el lujo. Hay un pero: ese lujo cuesta 799 dólares. Son 100 más que los Px8 originales y entre 200 y 300 por encima de la mayoría de buques insignia rivales. La cuestión es dónde acaba la excelencia y empieza el exceso.
Los Px8 S2 son algo más que un retoque menor. El modelo adopta un diseño renovado: las copas son más estilizadas y la diadema muestra ahora cables a la vista, un guiño artesanal que subraya la sensación de fabricación a mano. Los materiales resultan familiares, pero la impresión de “alto ticket” es aún más marcada: cuero suave y metal a partes iguales.
Por dentro, la revisión es seria. Incorporan nuevos transductores de 40 mm con diafragmas de carbono y un DSP nativo de 24 bits con DAC y amplificador dedicados. También llega un ecualizador ampliado de 5 bandas y un modo True Sound que recupera de un toque la afinación de fábrica. Un añadido notable es la compatibilidad con aptX Lossless y la opción de reproducir audio realmente de alta resolución (24 bits/96 kHz) por USB‑C.
La matriz de micrófonos suma ahora ocho: seis dedicados al análisis del ruido externo y dos internos. Los ocho se activan en llamadas y, junto con el algoritmo Pure Voice actualizado, la claridad de la voz da un salto apreciable.
Si B&W es conocida por algo, es por el sonido. Los Px8 S2 ofrecen una presentación rica, expansiva y muy detallada. La firma es abierta, cálida y envolvente: ese perfil audiófilo tan reconocible por el que la marca es apreciada. En temas sosegados, el nivel de matiz puede sorprender: la resonancia delicada de las cuerdas, la respiración del intérprete, las microdinámicas, todo llega con finura.
La autonomía cumple con nota. Las 30 horas anunciadas con ANC activada se confirman en uso real, incluso alternando a menudo el modo transparencia y con streaming en alta resolución.
El precio es el mayor lastre. A 799 dólares, ya no hablamos de “premium”, sino que nos adentramos en territorio de alta gama. Queda muy por encima de la zona de confort de la mayoría y resulta más caro que casi todos los buques insignia de la competencia.
En cuanto al sonido, el grave es generoso. En rock o electrónica, el extremo bajo llega con autoridad; en material más delicado, puede imponerse. En ciertos temas, la batería casi eclipsa a otros instrumentos y desplaza el equilibrio.
Los controles tampoco ayudan: los botones son más pequeños y se han movido al borde de la copa, lo que complica el manejo a ciegas. La ergonomía no es su punto fuerte.
La marca vuelve a pasar de largo en comodidades avanzadas: no hay activación del asistente por palabra clave, ni perfiles de sonido inteligentes, ni ajuste automático al entorno. En ese apartado, Sony, Bose y Sennheiser llevan ventaja.
Bowers & Wilkins Px8 S2 son caros, pero suenan de maravilla. Muestran cómo el lujo puede ser a la vez deslumbrante y algo poco práctico. Sí, superan a la mayoría en audio puro, pero el precio y la lista de funciones recortada los convierten en una compra para pocos. Si el presupuesto no es un problema, se puede esperar un sonido verdaderamente suntuoso. Si buscas una relación más ajustada entre coste y prestaciones, conviene pensárselo dos veces.