Valve descarta una Steam Deck 2 a corto plazo: busca un salto de rendimiento real sin sacrificar autonomía y eficiencia; no le basta un 20–50% de mejora.
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Valve dejó entrever que una Steam Deck renovada no está a la vuelta de la esquina: la compañía no piensa lanzar una nueva generación por una simple subida de potencia. En una entrevista con IGN, el responsable de la plataforma Deck, Pierre-Lu Griffe, señaló que un aumento del 20–50% sería insuficiente para hablar de un verdadero relevo. La meta es un salto que se sienta como una versión genuinamente nueva sin sacrificar la autonomía. El listón, por tanto, queda deliberadamente alto.
Griffe subrayó que el equipo se guía por cambios tecnológicos de calado, no por retoques cosméticos. A su juicio, el mercado carece hoy de SoC móviles capaces de dar el nivel que Valve espera de una Steam Deck 2. De ahí que la compañía no se precipite a adoptar chips actuales como el AMD Ryzen Z2: las ganancias son pequeñas y la GPU RDNA2 de la Deck vigente se defiende con las optimizaciones continuas. Una postura que suena pragmática: perseguir números por inercia aporta poco.
AMD, por su parte, está poniendo el acento menos en megahercios y fotogramas y más en eficiencia energética y técnicas modernas de escalado. Aunque RDNA2 admite trazado de rayos, encaja mal con los enfoques más recientes basados en IA y con funciones como FSR 4, lo que ayuda a entender la reticencia de la firma a impulsar soluciones de compromiso. Analistas apuntan que la próxima Deck podría dar el salto a una arquitectura RDNA5, algo que, inevitablemente, exige paciencia: migrar a esas plataformas lleva tiempo.
Valve, en definitiva, no pretende competir con Nintendo o Sony en ritmo de lanzamientos. La Switch aguantó años gracias a la optimización inteligente más que a la fuerza bruta, y Steam Deck sigue una hoja de ruta parecida: las ventas sostenidas ya superan los 10 millones de unidades, lo que da margen para no correr. La próxima Steam Deck llegará cuando el rendimiento haga honor a la etiqueta de “next‑gen”, no por un simple repunte de unas decenas de puntos porcentuales. El mensaje marca una frontera nítida.