THEQUICKSHOT II vuelve: joystick retro con USB y 6 botones

El interés por el juego retro no deja de crecer y, junto a los sistemas clásicos, regresan los accesorios que definieron una época. Un símbolo inconfundible de aquel tiempo —el joystick QuickShot II— está oficialmente de vuelta. Retro Games ha anunciado una versión actualizada del mando llamada THEQUICKSHOT II, un regreso que conecta con la memoria táctil de quienes crecieron con estos periféricos.

Por fuera, el recién llegado se mantiene casi por completo fiel al original: silueta reconocible, microinterruptores direccionales, disparo automático y esas ventosas que lo fijan a la mesa. Por dentro, se ajusta a los dispositivos actuales con un puerto USB-A y seis botones adicionales que pueden usarse en juegos modernos. Las ventas comenzarán el 30 de enero de 2026 a £29.99 (unos $40 o €34). La promesa es sencilla: tacto clásico, enchufe moderno.

El QuickShot II original fue uno de los joysticks más populares de las décadas de 1980 y 1990. En Norteamérica se asoció estrechamente con el Commodore 64; en Europa encontró su lugar entre los usuarios de ZX Spectrum, Amstrad y Commodore Amiga. Su versatilidad y su comodidad lo convirtieron en un fijo de los salones de juego caseros durante aquellos años.

Su diseño llamaba la atención para la época: una carcasa ergonómica y un botón en el gatillo que evocaban los mandos de avión y la acción de pantalla grande, ese imaginario que convirtió a Top Gun en un referente cultural. Pese a su sencillez, el QuickShot II se ganó fama de herramienta seria para jugar —y un precio al alcance ayudó a que se hiciera masivo.

También tenía su cara B: el joystick se hizo conocido por ser frágil. Incluso con microinterruptores, fallaba con frecuencia, sobre todo en juegos que exigían pulsaciones rápidas y repetidas. Aquello impulsó la aparición de funciones de disparo automático y una oleada de clones que usaban el mismo conector DB9. La actualización THEQUICKSHOT II busca recuperar esa atmósfera sin las ataduras del hardware antiguo, encajando de forma natural en montajes retro de aire ochentero. Se percibe menos como una rareza y más como un puente bien pensado entre la memoria muscular y la forma de jugar de hoy.