Memoria fúngica: el micelio como memristor experimental
Investigadores de Ohio State exploran el micelio de hongos como memristor para memoria: pruebas con shiitake y champiñón, baja energía y enfoque ecológico.
Investigadores de Ohio State exploran el micelio de hongos como memristor para memoria: pruebas con shiitake y champiñón, baja energía y enfoque ecológico.
© Plos
Científicos de la Universidad Estatal de Ohio han propuesto una alternativa inesperada a la memoria convencional: el micelio de hongos como medio de almacenamiento. El equipo evaluó micelio de shiitake y de champiñón como memristores orgánicos, componentes capaces de conservar su estado eléctrico previo.
En sus experimentos, el micelio se cultivó en placas de Petri sobre sustratos de grano, heno y brotes de trigo, a unos 20–22 °C y con alta humedad. Después, los ejemplares se secaron al sol durante una semana hasta quedar rígidos y, antes de las pruebas, recuperaron la conductividad al rociarlos ligeramente con agua desionizada. Se conectaron electrodos al material para registrar su respuesta bajo distintos voltajes y formas de onda.
El material se comportó con mayor estabilidad cerca de un voltio. En ese régimen actuó como un memristor, variando su resistencia en función de la estimulación previa. En ensayos separados, el sistema se acercó a un modo similar a la RAM, alcanzando una frecuencia en torno a 6 kHz con una precisión aproximada del 90%.
Aun con esos resultados, los autores subrayaron que nadie va a sustituir la DRAM o las SSD por hongos a corto plazo. Esta memoria fúngica no está pensada para almacenar gigabytes ni soluciona el alto precio de los módulos de memoria. Para un uso práctico harían falta mucha más densidad, mejor estabilidad, escalabilidad y compatibilidad con las interfaces existentes.
Con todo, el trabajo destaca como una vía de bajo coste y de enfoque ecológico para crear elementos de memoria experimentales. También sugiere algo más amplio: en la búsqueda de nuevas ideas para guardar datos, los investigadores están dispuestos a explorar materiales que, a primera vista, parecen improbables, hongos incluidos. Como prueba de concepto, la propuesta resulta frugal y, en su rareza, elegante.