Fujitsu apunta a 1,4 nm con Rapidus para su MONAKA‑X y el superordenador Tomitake NEXT

Según información reciente, Fujitsu estudia una alianza con la japonesa Rapidus para llevar sus procesadores de supercomputación a un proceso de fabricación de 1,4 nm. Un paso así podría acelerar la adopción de tecnologías de computación avanzada en Japón y apuntalar el plan del país para reactivar su industria nacional de semiconductores.

A principios de octubre, Fujitsu anunció una colaboración con Nvidia para desarrollar chips de inteligencia artificial destinados a centros de datos japoneses, con despliegue previsto para 2030. La compañía también sopesa encargar a Rapidus la producción de uno de sus procesadores de supercomputación de 1,4 nm, cuya salida está prevista para 2029.

El nuevo superordenador, codiseñado por Fujitsu y Nvidia, lleva el nombre en clave «Tomitake NEXT» y tomará el relevo del actual «Tomitake». Su rendimiento se proyecta 100 veces superior al de su predecesor. La pieza clave —el procesador «FUJITSU‑MONAKA‑X»— apunta a entrar en uso práctico en 2027.

El MONAKA actual se fabrica con un proceso de 2 nm en TSMC. El futuro MONAKA‑X está llamado a dar el salto a un nodo de 1,4 nm, con las especificaciones básicas cerradas para marzo de 2026. Fujitsu está interesada en fabricar estos chips tanto con TSMC como con Rapidus y planea invertir en Rapidus para situarla como posible fundición de MONAKA‑X y de futuros diseños. En esos términos, la hoja de ruta suena ambiciosa, aunque medida: fijar las especificaciones a comienzos de 2026, llevar el procesador a un uso práctico en 2027, lanzar la pieza de 1,4 nm en 2029 y aspirar a su despliegue en centros de datos en 2030.

Rapidus se fundó en 2022 con el respaldo de ocho grandes compañías japonesas, entre ellas DENSO, Kioxia, Bank of Mitsubishi UFJ, NEC, NTT, Softbank, Sony y Toyota Motor. Su objetivo es reforzar la posición de Japón en semiconductores y convertirse en un fabricante clave de chips de vanguardia para supercomputación. Si las piezas encajan, esta trayectoria subrayaría la intención del país de reconstruir capacidades en la primera línea de la computación de alto rendimiento.